martes, 13 de junio de 2017

¿Y si Marco Coll Tesillo  hubiese  nacido en Argentina?
Por Tito Mejía Sarmiento

A raíz de la muerte del “Olímpico” Marco Coll Tesillo, gran jugador de fútbol profesional, ocurrida el 6 de junio de 2017 en su natal Barranquilla y, ante el alud de elogios superlativos por parte de la prensa hablada y escrita de nuestro país y de  todo el orbe a su notable carrera deportiva en muchos estadios, se me vino a la mente enseguida una pregunta con la cual doy  título a este escrito: ¿Y si Marco Coll Tesillo   hubiese  nacido en Argentina?
¿Qué hubiera pasado se preguntarán ustedes, a lo mejor? Pues, conociendo  el valor, el ascenso social y el reconocimiento que los argentinos saben proporcionar a sus futbolistas, por lo menos: estatuas, monumentos, esculturas o escenarios se hubiesen levantado en su nombre desde el mismo año 1962, cuando le anotó en el estadio Carlos Dittborn de Arica, Chile (minuto 23 del segundo tiempo)  el primer y único gol olímpico que hasta ahora se haya  marcado en toda la historia de un campeonato mundial organizado por la Fifa, al mejor arquero del mundo según los entendidos: Lev Yashin (la araña negra), quien entre otras cosas, es el único guardameta que ha ganado el balón de oro. (Cabe destacar que  nuestro país participaba por primera vez en un campeonato de esa magnitud, igualando a cuatro goles con su similar de la Unión Soviética, cuya sigla era C.C.C.P. Tan importante fue aquel resultado que al año siguiente,  con la transparencia de los amaneceres y aún con el lenguaje del deseo vivo, en nuestra nación se rebautizó la semántica de esa sigla para mofarse de los Rusos por “Con Colombia casi perdemos”).
Pero lo enfadoso del caso, es que Marco no nació en Argentina sino en nuestro país, donde la clase dirigente nunca le ha importado un bledo el bienestar de los futbolistas sino los millones que entran con facilidad pasmosa en las  alforjas de la entidad deportiva. Y esto, estimados lectores lo digo con conocimiento de causa porque en los últimos siete (7) años en la vida del “Olímpico”, tuve muchos acercamientos con él y con sus  cinco (5) hijos: Marcos, Mario Alberto,  Orlando, Fabián y Omar, quienes siempre me hacían hincapié de las promesas que nunca se cumplieron relacionadas por ejemplo con  una casa y una pensión por parte de la Adefútbol, hoy Federación Colombiana de fútbol para el “Olímpico”. Marco tuvo que irse a trabajar a las minas del Cerrejón en la Guajira para poder obtener una pensión y lograr de alguna manera capacitar a sus hijos.

Ojalá, a este exjugador creativo del medio campo que fue muy jovial con la vida, con toda su familia, con sus amigos(as), con el fútbol, que  se consideró un hombre muy creyente y sensible, al que le dolieron  las injusticias sociales en el mundo y para demostrarlo  cada vez que hablábamos me declamaba un  verso muy visceral de la poeta tolimense, Esperanza Carvajal Gallego: “...de nada nos sirve sentirnos más que los otros, si dentro llevamos el reloj que nos oprime por igual en esa batalla que nos  estruja el alma”, se le eternice la memoria bautizando con su nombre, el complejo deportivo que se está construyendo por parte de la Federación Colombiana de Fútbol sobre la avenida Circunvalar, en Barranquilla,  y se cumpla por fin con  la promesa de  su anterior presidente Luis Bedoya, quien eufórico ante la alcaldesa  de ese entonces, Elsa Noguera y miles de  invitados dijo: “sería un justo homenaje a Marco Coll,  una leyenda viva del fútbol internacional”.
Ojalá que el actual presidente de la Federación Colombiana de fútbol, Ramón Jesurún y el alcalde Alex Char, quienes entre otras cosas son barranquilleros, le cumplan  a Marco Coll Tesillo. (Que casualidad hay en la vida,  cuando el campeonato mundial de fútbol  se va a jugar en el 2018, justamente en los estadios de Rusia,  el país más extenso del mundo y  a  cuya selección le marcó categóricamente el gol histórico). Si esto sucede, tengo la absoluta convicción de que Marco Coll Tesillo  los  aplaudiría  desde lo más alto del  estadio celestial con sumo placer y de paso, el mejor locutor deportivo de Colombia en todos los tiempos, Édgar Perea Arias, narraría con su vibrante calidad de siempre el segundo gol olímpico de Marco como en su momento lo hiciera Gabriel Muñoz López con el primero. “Ver para creer”, solía decir Santo Tomás.
Equipos donde militó, amén de integrar la Selección Colombia:




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