miércoles, 3 de agosto de 2016

Have a wonderful year and a prosperous carnival! ¡Feliz año y próspero carnaval!

 Por Tito Mejía Sarmiento

“Se fue en paz, con muy poco sufrimiento y rematando con un feliz año y próspero carnaval para todos”.

Ese fue el primer mensaje con el que me tropecé en el inbox de mi Facebook, la madrugada del 27 de julio de 2016. Según palabras de su hija María, el gran Teo Pérez Quintero, (hijo del famosísimo lector de noticias, narrador de boxeo y beisbol, Marcos Pérez Caicedo), había agonizado hacía pocos momentos de una penosa enfermedad, en Miami (EE.UU).

Juro que quedé anonadado por un buen rato, mientras lloraba por el amigo, a quien había conocido cuando trabajé en el Grupo Radial Colombiano de Barranquilla, gerenciado por su hermano, el también destacado locutor y periodista Marcos Pérez Quintero, a comienzo de los años noventa. Ahí, en esa cadena, Teo y quien escribe, servimos de traductores en Inglés, en los partidos de beisbol profesional colombiano narrados por Marcos Junior.

Si preciso más, la primera vez que lo conocí fue en la biblioteca departamental, hoy Meira del Mar, investigando sobre un trabajo que le había colocado un profesor de Lengua Castellana del Liceo de Cervantes, de donde salió egresado en 1976. Desde entonces seguí su trayectoria profesional en Colombia y los Estados Unidos, hasta el día de hoy, jalonada con la obtención de logros universitarios: Ciencias políticas y una laureada especialización en Finanzas en Manhattan College.

Con todo, aparte de los juicios para hilvanar este fragmentario panegírico, pero globalmente unitario además, Teo era poseedor de una voz privilegiada, tenía fluidez para unir pensamiento y palabra, es decir, lograba la frase exacta para el momento preciso. Como gran defensor y combativo que era del idioma Castellano, siempre nos decía que no nos olvidáramos de las palabras claves porque en cualquier instante las íbamos a necesitar ya que ellas eran como esas prendas guardadas en el ropero que a veces nos salvan cuando añaden jovialidad e improvisación.


Por algo, el reconocido locutor y periodista Abel González Chávez no escatimó esfuerzo para vincularlo en la nómina de Satélite, programa difundido por Emisora Atlántico con la conexión internacional a través del corredor americano. Emocionantes “los combates argumentales” sobre cualquier tema que Teo sostenía con el “cubano” José Marenco, el historiador Pepe Sánchez y por supuesto, Abel, el conductor del programa que se difunde de lunes a viernes en la franja de una a tres de la tarde.


No voy a apoyarme de un tajo en la premisa de que todo ser humano cuando muere es bueno, pero Teo, si lo era. Amén de ser una persona extraordinaria y genial, amaba el carnaval en todas sus manifestaciones. Apreciaba mucho sus amistades y las quería a cada instante. Su vida puede que se haya acabado pero su memoria y recuerdos vivirán por siempre y, golpearán el silencio con su inconmovible reposo que, causará como es lógico, una herida imposible de cerrar en la alborada de su esposa Yaneth, su hija María, sus hermanos y de sus amigos que tanto lo valorábamos.
Parodiando al poeta, traductor, crítico y lingüista español, Gabriel Ferrater Soler, el gran Teo será: “el recuerdo que tenemos ahora: ídolo impaciente para la fe sumisa del después".
Till we meet again, dear friend, Teo! ¡Hasta siempre querido amigo, Teo!