viernes, 10 de mayo de 2019


“Todo está podrido, pero huele bien”, la novela que no se logró publicar

Por Tito Mejía Sarmiento

A raíz de su  fallecimiento, el pasado mes de abril de 2019, el escritor, periodista y compositor, Juan Carlos Rueda Gómez, no pudo ver cristalizado el sueño de publicar su primera y única novela “Todo está podrido, pero huele bien”. “Juanca” como se le conocía en los medios radiales, impresos y televisivos, me dio la oportunidad de que leyese, corrigiese y analizase su obra escrita en borrador y de ella extraje una pequeña síntesis que en su momento le envié al correo:


En esta, su primera novela, el escritor colombiano Juan Carlos Rueda no utiliza  la técnica tradicional de configuraciones narrativas, pero hace reflejar de entrada al mejor  estilo de Jodi Ellen Malpas y Julio Cortázar, que sus personajes no pierdan enlaces ni coincidencias del tiempo al momento de transitar por la misma narración, permitiéndole al lector no separar sus ojos activos de la historia, que ocurre, a propósito, en una ciudad del Caribe que se convierte, dicho sea de paso, en una burbuja muy particular con un referente netamente erótico, en medio de un mundo de crueldad y dolor en que viven muchos seres humanos  quienes, aunque formen parte de una familia, de un grupo social o de un gremio, realmente viven solos en medio de la multitud y terminan siendo víctimas de su propia ruindad,  mezquindad sin límites…  Y, por qué no decirlo, de su inusitada irresponsabilidad frente a las personas vulnerables, a quienes ignoran porque están demasiado ocupadas en satisfacer sus necesidades, lujos y ambiciones personales: “Por un lado una joven de buena familia llamada Érika, criada con todas las comodidades, educada en un buen colegio y una excelente universidad, anda jugando a la femme fatale, a la hembra liberada que decide acosar a un profesor universitario, Freddy Jiménez para que la desvirgue. 

Por el otro, Astrith, una niña pueblerina de doce años, indefensa, huérfana de padre, que es presa fácil de unos desalmados paramilitares que la someten a todas las vejaciones posibles.

Además de la  aquiescencia y celibato de Jesús Adrián, párroco de la iglesia que ama muchas mujeres en el propio confesonario. 

Por último,  Isaura  y Vanessa,  mujeres que lo contemplan todo por amor  y que no tienen más opción que interpretar a la fuerza un  rol para el cual no les han permitido siquiera ensayar. Mucho menos negarse a aceptarlo bien a fondo con un escenario donde cada día y cada noche todo se va pudriendo, inevitablemente, inexorablemente aunque huela bien”.

“Todo está podrido, pero huele bien” es una novela contemplada en el telescopio que desarregla y arregla los fragmentos para hacerlos una totalidad fascinante. Entonces, más allá de nuestra realidad y del pretexto premonitorio del desenlace político y erótico, esta obra nos hace mirar en un espejo donde solo logramos enturbiarlo.
Posdata: Ojalá, uno de sus hijos toque puertas y logre el objetivo de publicar la novela para que la memoria de Juanca siga cazando historias.