jueves, 31 de julio de 2014





“Círculo en llamas”


Por Tito Mejía Sarmiento


Novela narrada como una especie de anécdota costumbrista, sin perder el otro sí, de la universalidad conceptual que va deduciendo el lector a través de unos caracteres técnicamente expresivos, con un estilo literario sencillo y algunas veces terso,(…teniendo como testigos el mar, que a esta hora su blanca espuma de las olas, borda de finos encajes la arena de la playa, y su vaivén se escucha igual a una electrizante y romántica melodía que llega al alma) es decir, la autora Elvia Chadid Jattin le apuesta más bien al valor de la comunicación que a la propia discrepancia experimental en que se debate la prosa hoy en día en nuestro país.


Esta novela “Círculo en llamas” de 511 páginas, cuenta una bella, misteriosa y lúcida historia , donde el lector se introduce en lo más profundo de los entresijos del corazón de los personajes, especialmente de Elías, María, Antonieta, Francisco y Adonai, reflexionando sobre el estado psíquico y emocional de los mismos y, en quienes se agigantan sucesivamente las pasiones: el amor, el odio, la compasión, la traición, el desprecio, el entorno regional, el racial desdén al sufrimiento y hasta la propia muerte de muchos miembros de una prestante familia venida del Medio Oriente, que tuvo asentamiento en una pequeña población de América del Sur hace muchos años. En ese pueblo, Elías y María abrieron un almacén con mercancía importada. Trabajaron de sol a sol, con inteligencia y tenacidad, amasaron una considerable fortuna hasta construir una especie de imperio.


Personajes que sufren, sienten y padecen, pero que también sueñan y consiguen lo deseado. Personajes que tienen que salir de sus casas, de su ciudad, de su entorno y de su país, para poder vivir la vida como la sienten. Personajes emigrantes de sus cuerpos, de sí mismos y sus deseos.
Concretamente esta novela, nos mete de lleno en una barca cuya travesía enfrenta enredos aristócratas y enardecidas comparaciones teologales. La trama flota por los caminos de Dios y las trochas del diablo.


La novela “Círculo en llamas”, de la autora sincelejana, Elvia Chadid Jattin, como cualquier entelequia que se levante, será de todos modos, relacionada con una muy subjetiva pureza de amor y odio que hará de una realidad, un vitral esparcido por todas las beldades inflamables que van pulverizando tiempo y espacio con su despiadada disolución de los perfiles preestablecidos: “Antonieta frustrada por su soltería, veía con amargura trascurrir los días, meses y años, en la intimidad de su alcoba maldecía por no haber encontrado al rey de sus sueños, tener por fuerzas que reprimir el deseo de ser poseída por un hombre que la hiciera estremecer hasta los tuétanos”

Si una novela como ésta tiene algún sentido, es que haya lectores que puedan escudriñar en sus páginas, respuestas a preguntas que todos nos hemos hecho en alguna ocasión en nuestro trasegar diario, es decir, encontrarán en ella un fiel reflejo de pronto de sus propias vidas: “Si alguna vez no actué con justicia, perdónenme. Mi fin está cercano, eso me impulsó a dejarles estas cartas, consérvenlas para que recuerden a este padre que quizás no les prodigó el amor, afecto y cuidados que debía; mi deber fue desempeñarme como padre y madre, por confiado no cumplí. Los amo con infinito amor, los bendigo y de nuevo les pido perdón”. Atentamente, Adonai.
¡Por último les digo, respetados lectores, ¡métanse en el Círculo, que se quemarán de emoción. No habrá que echarle agua a las llamas!


miércoles, 2 de julio de 2014

Palabras pronunciadas en el matrimonio de mi hija VANINA.




Palabras pronunciadas en el matrimonio de mi hija Vanina Mejía Berdugo
¡Un nuevo comienzo en tu vida, querida hija, con entregas previsibles!
Por Tito Mejía Sarmiento
Amigos(as) presentes:
Mi  hija Vanina Esther Mejía Berdugo  o mejor mi “Chachi linda”, como la hago llamar desde el mismo día en que nació, hoy sella una emocional unión con  Carlos Montalvo Linero  a través del sagrado vínculo del matrimonio. Por eso, delante de todos ustedes, me es necesario sembrar en calidad de padre y, precisamente cuando en mi corazón en estos instantes,  convergen muchos sentimientos encontrados, unas semillas en la propia  raíz  de esa unión.  Semillas que estoy seguro van a dar los frutos necesarios que un  amor eterno requiere.
La primera semilla es,   la sinceridad. Una sinceridad que esté por encima de todo y, por donde no se asome el simulacro empeñado para que entre los dos, no haya cortinas ni reticencias que se aticen con las sombras.
La segunda semilla es, asirse de las manos por un mismo camino con la convicción de que el amor amparará, abrigará cada instante de sus convivencias, e incluso, seguir siempre asidos de las manos hasta cuando junto a la lumbre por algún motivo, discurran los días lánguidos en el crudo invierno del sol triste y opaco, para que en el acto circunstancial,  irradie la energía de los días felices.
La tercera es, la semilla de los sueños compartidos, es decir que sea la síntesis perfecta, en la evidencia de las cosas con las noches de una realidad guardada para un amanecer concreto.
La cuarta semilla es la bondad, una bondad como una ofrenda que supone una estirpe en esta partida que hoy te juegas desde siempre, hija amada con Carlos. Recuerden  que “la mano que da nunca estará vacía entre la realidad y el deseo”.
Cuando en mis noches de insomnio, mi querida hija Vanina, entre a tu alcoba y no te vea, escogeré el momento oportuno para recordarte siempre, mi Chachi linda. Entonces, todo parecerá hermoso sin serlo. Me acordaré de ti en el acto, como cuando tenías 4 años y ya cantabas al pie de letra, esa bella tonada de Marco Antonio, titulada “Si no te hubieras ido”:
Te extraño más que nunca y no sé qué hacer
despierto y te recuerdo al amanecer
espera otro día por vivir sin ti
el espejo no miente me veo tan diferente
me haces falta tú.
No hay nada más difícil que vivir sin ti
sufriendo de la espera de verte llegar
el frío de mi cuerpo pregunta por ti
y no sé dónde estás
si no te hubieras ido sería tan feliz…
(Debe sonar la canción).
Me acordaré de ti, Vani, cada domingo diciéndome con tu voz penetrante: _papi, papi me haces huevo perico hoy_. _ ¿O qué han dicho hoy de mí?_
Me costará días, meses, años, mi Chachi  linda, comprender que a partir de hoy, te alejarás un poco de nuestro cobijo para formar al lado de tu esposo Carlos, tu propio hogar,  con toda la prole que a bien tengan traer a esta geografía terrenal.
¡Qué seas feliz, amada hija!
¡Larga vida para ti, mi Chachi linda y para Carlos, también!
Barranquilla, 28 de junio de 2014