martes, 3 de diciembre de 2019

Mi hermano, el médico Nelson Ricardo Mejía Sarmiento





 Mi hermano, el médico Nelson Ricardo Mejía Sarmiento

“¿Por qué das muerte a quienes han de morir?”

 Alberto Assa



Tito Mejía Sarmiento

Nelson es uno de mis hermanos que siempre llevo y llevaré muy adentro de mi alma y de ahí, nadie lo va a sacar.

El 29 de abril de 2004, fue vilmente asesinado por la espalda a solo tres metros del DAS en Barranquilla, cuando fungía como alcalde popular de Santo Tomás, Atlántico y el presidente de los colombianos era Álvaro Uribe Vélez. Hoy, 15 años y 8 meses después, y cuando diciembre asoma con intensidad sus guirnaldas, su policromía de luces y villancicos, el crimen de Nelson sigue en la más completa impunidad ante los ojos de todos sus familiares y coterráneos.

Muchas personas todavía en Santo Tomás y municipios aledaños, se miran en Nelson como si fuese su propio espejo y se pasean vestidas como lo hacía él por las avenidas casi todos los días, mientras los minutos pasan por sus cuerpos, estableciendo la duración del tiempo con humanidad ajena.

Mi hermano, el médico Nelson fue una pérdida muy dolorosa para todos nosotros cuando menos la esperábamos y desde entonces, nuestros ojos despliegan una inmensa mirada triste, acompañada de un silencio mayúsculo que llora cada vez que mencionan su nombre por alguna circunstancia de vida que pareciera por supuesto, no caducar sobre todo en las noches cuando las aves se dan de golpes contra la claridad de la luna llena.

A mí hace mucho tiempo me han tratado de loco porque no dejo descansar a Nelson en paz, pero es que ni él mismo puede descansar en sana paz porque no sabe quién o quiénes dieron la orden de asesinarlo pegándole tres disparos con una pistola automática, en su cabeza con premeditación y alevosía, aquella tarde de abril cuando se disponía a saborear un sancocho de pescado que tanto le gustaba, acompañado de su abogada, Edith María Carrillo Badillo en el restaurante “don Efra” de la calle 52 con 43 esquina. Entonces, razones tengo de perseguir su recuerdo que vuela magullado por toda su casa, su finca La Juntera, mi casa, las casas de mis hermanos y hermanas, en fin por todo el pueblo, con una perdurable vivencia de extensiones trastocadas.


No me queda otra cosa que seguir indagando y tropezándome con las palabras para lograr sus recuerdos de un presente que sea ha vuelto histórico en la querencia diaria. Es que es muy duro y triste, amables lectores, un hermano sin su hermano, no sentir la alegría de su cara en la mía, es todavía más durísimo, es decir, todos esos años como dice el poeta Joan Margarit : “ debo convivir con la tristeza y la felicidad, vecinas implacables”.


Ahora voy en un bus, escucho un vallenato: “¡Ay! Perdóneme señorita si en algo llego a ofenderla, pero es que usted tan bonita, que no me canso de verla”, (La juntera), creo que es Nelson el que canta, y no Diomedes Díaz, no lo sé, solo sé que unas lágrimas recorren mis mejillas y que una hermosa dama sentada a mi lado, me dice sorprendida, qué le pasa, señor. Trato de recomponer mi cara antes de responderle: ¡Es que con esa canción que está sonando, señorita, me acuerdo de mi hermano Nelson, un médico que mataron el 29 de abril de 2004, un hombre de puertas abiertas, por donde, sin pedir permiso, entraba todo el que quería a cualquier hora del día, de la noche o madrugada. Ese día, no solo lo mataron a él sino a todo un pueblo que aún llora porque su asesinato sigue en la más completa impunidad!

























jueves, 14 de noviembre de 2019

“Estoy convencida de que somos más los que queremos la paz que los que quieren la guerra, de manera que si callamos, nos matan, y si hablamos, también”

Por Tito Mejía Sarmiento

Esas fueron las últimas palabras de la líder indígena Cristina Bautista Taquinás, asesinada en la masacre perpetrada en el resguardo de Tacueyó, en Toribío, región del norte del Cauca. 

En un video (https://www.youtube.com/watch?v=xY0OdRDd_Vo) que se ha vuelto viral en casi todas las plataformas digitales, la gobernadora, Cristina Bautista, mujer de 42 años, egresada de la Universidad del Valle en Trabajo Social, profundamente preocupada por la situación que está atravesando desde hace un año no solo su comunidad sino todos los habitantes de Colombia, les agradece a sus comunidades, principalmente, sobre mantenerse en “resistencia” ante los grupos armados. "Esto es una problemática nacional y como nuestro principio es la unidad debemos estar atentos, sin lugar a dudas", expresa moviendo sus manos con un justo desvelo.

Pero de nada valió su deprecación porque la valerosa indígena fue asesinada el pasado 30 de octubre de 2019, cuando, según el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), se movilizaba junto con otras autoridades nativas en un vehículo de la Unidad Nacional de Protección (UNP), y a la altura de la vereda La Luz, fueron emboscadas por hombres armados que llegaron en una camioneta negra y les dispararon durante más de 10 minutos con alevosía. Los cuatro guardas asesinados fueron identificados como José Gerardo Soto, Asdrúval Cayapú, Eliodoro Inscué y James Wilfredo Soto.

“Cristina venía trabajando el tema de los derechos humanos. Le gustaba mucho el ejercicio organizativo y eso fue lo que le permitió llegar a ser autoridad Neehwe'sx, y justamente desde esa tarea que venía cumpliendo fue vilmente asesinada”, manifestó Hermes Pete, consejero mayor del (CRIC).

"Uno de los principios como pueblos indígenas es la unidad. Tenemos un lema: 'Tocan a uno, tocan a todos'. En este momento, en el municipio de Toribío, somos 35.000, están los 102 pueblos indígenas que hacen parte del territorio nacional", prosiguió el consejero.

El ataque según fuentes cercanas al gobierno fue atribuido al frente “Dagoberto Ramos”, disidencia de las FARC, y a otras fuerzas oscuras. Lo que sí parece claro como van las cosas, es que los gobernantes de turno, están mirando con indiferencia el mundo indígena que les rodea, mientras la realidad nternacional aplasta por otro lado, los sueños de nuestros primeros pobladores. ¡Vean en su totalidad el video y saquen sus propias conclusiones, porque las palabras están sobrando cada día más en Colombia y a sus colectividades se les está acabando la paciencia!

lunes, 14 de octubre de 2019

Este poema nace de un caso que conocí en la ciudad de Barranquilla, la última semana de septiembre de 2019. He cambiado el nombre de la protagonista, por obvias razones y respeto a sus dos hijas

Por Tito Mejía Sarmiento

¡Tú no tienes la culpa, Zoraida, no la tienes!
Zoraida, mulata de 30 años, camina con sugerente ritmo
por la avenida principal de la urbe.
Carga en su cuerpo el pesado sello meretricio desde los 20.
A veces, duda si continuar o no con en eso,
pero en su mente salta la pregunta de siempre:¿quién velará por mis dos pequeñas hijas
si estoy sola en este mundo desde que a mi marido lo mataron en la milicia?
Entonces, Zoraida con dolor abre sus piernas a la noche
en el esponjoso lecho de cualquier motel,
hasta cuando se derrama la nieve con el solo roce del tacto.
Al final de la jornada, Zoraida agotada de tanto desorden cercenado
regresa a casa, víctima de insignificante amor.
Guapa Zoraida, tú, no tienes la culpa de esa infernal rutina que abraza tu soledad
y te ata a ese ambiente perverso de corazón desnudo, eternamente tuyo.
¡Tú no tienes la culpa, Zoraida, no la tienes, Zoraida!
El afán de todos los días, mujer de milagros prorrogados,
es cruzar la ciudad en la búsqueda
de varones hambrientos de sexo.
Entretanto, la vigilia de tus dos hijas
en casa, tortura las noches de maternal ausencia,
antes del reencuentro con la esperanza en una sociedad sin nombre
que por necesidad le habla a tu oído.

domingo, 1 de septiembre de 2019






“Satélite”, la prolongación de Abel González Chávez 

Por Tito Mejía Sarmiento 

El 27 de agosto de 2019, falleció producto de una isquemia, en Barranquilla, ciudad donde naciera hace 76 años, nuestro dilecto amigo y colega de la radio y la televisión, Abel González Chávez, el hombre del sombrero, el hombre caribe, cuya inteligencia y bien afinada voz cautivaron por más de 50 años a una considerable y proverbial audiencia. Es que Abel, sin lugar a dudas fue un gran locutor y periodista, generador de pasiones encontradas e influyente animador de los avances tecnológicos en diferentes medios del Caribe Colombiano, amén de ser un creativo muy singular de personajes como “El negro cadillo”, “ Ricardito”, (un travieso chiquillo personificado por otro destacado radio periodista, Hellman Hincapié), que hicieron de las suyas con sus punzantes intervenciones como si afilaran las palabras en la propia roca del sigilo, después de que se suicidara el mediodía de lunes a viernes, en el programa de variopintos temas “Satélite” a través de las ondas hertzianas de Emisora Atlántico, espectacular. 




Hoy, Abel abre el cerrojo y autónomo ya del tiempo insumable, sale del Satélite que condujo por tantos años, al lado de José Marenco, Eddy González, Wikipedio, Juan Carlos Boogie, Pepe Sánchez, Plinio Pires, El humorista Lucho Torres, Luzmila Torres, Raymond Hernández, Tim Briceño, el robotónico Yeyito entre otros, sin decir adiós en el viento ondeante, para volar con las alas bien abiertas hacia el espacio infinito. 


Honor conocerte, mi pana Abel y sobre todo trabajar a tu lado, en la Organización Radial Olímpica durante más de 10 años. En nuestros tímpanos quedarán incesantes hasta cuando el recuerdo acumule su desnudez en la memoria del ilusorio sueño de mujer deseada, tus célebres seseos al iniciar el programa: se, se, se señoras y señores, las reclamaciones muchas veces mal interpretadas por algunos de “La emoción del fútbol es el gol, Qué será de nosotros sin Teófilo Gutiérrez, Qué le estará pasando a Comesaña que los planetas se le están desalineando rápidamente, Qué hacemos con Electricaribe, por Dios”…



De lo que sí estoy seguro, Abel, es que algo sostendrá tu nombre en lo sucesivo para el bien de las generaciones futuras y también algo hará imposible que se olviden tus conjeturas expresadas con la sindéresis necesaria por el grado de lecturabilidad que tuviste y que te catapultaron como uno de los grandes comentaristas deportivos del país, junto a Fabio Poveda Márquez, Efraín Peñate Rodríguez, para solo mencionar los que nacieron con las olas del Mar Caribe impregnadas en la piel. Los videos que grabaste, mi recordado Abel, y que ahora fluyen con mucha aceptación en las redes sociales que tanto te gustaban, te prolongarán, puedes ponerle la firma, my dear digital man, desde la levedad celestial de tu propio ser que desde estos momentos descansa en paz. 

¡Hasta siempre, maestro, hasta siempre, estimado colega, Abel González Chávez!



¡Mi solidaridad total para los suyos! 

Barranquilla, 29 de agosto de 2019 




lunes, 12 de agosto de 2019


Instenalco: La esquina de la poesía
Por Tito Mejía Sarmiento
Especificarlo  todo, narrarlo  todo, es  a veces uno de los propósitos de la poesía en nuestra amada institución Educativa Distrital Técnica Nacional de Comercio, más conocida en Barranquilla y el departamento del Atlántico como “Instenalco”. En el caso de esta esquina magnetizada por el conocimiento, el ímpetu de lo que viven los educandos, educadores del Área de Humanidades cada vez que se presentan recitales poéticos, genera un binomio que verdaderamente asombra: un retrato de palabras (de palabras- retrato) en el que la realidad como la vida misma se ovaciona y se salva, se indaga y se extraña. Los poemas de una vida recitada, redoblada, con un tono profundamente confesional, más concluyente y más rompible a la vez  que la vida real, aguardan a perfeccionar en todos sus matices los universos que conforman  un momento vivido, o porque no una sucesión de momentos vividos, es decir, la suma de la propia vida que merece ser vivida y sustentada en imágenes formuladas y sin perder por ello, el tono lírico que atrapa en el aire las palabras que velozmente quieren pasar.
Una pregunta que con frecuencia nos hacemos los educadores de Literatura es cómo acercar a los estudiantes a la poesía, sobre todo, al corazón de la misma sin que se desanimen. Lo primero que hay que hacer, es abordar los mitos en torno a la propia poesía, como creer por ejemplo que Ella es un asunto exclusivo de personas románticas, de intelectuales… Aunque no lo parezca, la poesía está al alcance de todos(as). Desde los primeros años es posible acercarse a ella a través de la tradición oral. Y lo básico precisamente para arrancar en el disfrute de la poesía, es a través del conocimiento de rondas, trabalenguas, adivinanzas, retahílas… De allí se transporta al estudiante a la poesía de autores que se asemejen mucho a la de tradición oral. Es decir, ir de los poemas más claros a aquellos oscuros. En todo caso, lo esencial es el goce del texto poético, y esa ha sido la tarea en nuestra esquina Instenalco desde hace más de 10 años.
Y prueba de ello, fue el rotundo éxito, del más reciente  Recital “Poesía por la vida”, que se llevó a cabo,  el miércoles 31 de julio de 2019, a las 10:30 a.m., con la participación de los connotados poetas invitados: Carlos Polo y Benjamín Méndez, quienes quedaron maravillados ante el potosí poético de los estudiantes.
El periodista Wilhem Garavito de los periódicos El tiempo y ADN, estuvo cubriendo el evento, cuyo reto es llevar esperanza y reconciliación en todos los rincones de nuestra región caribeña y el resto del país.
Rector: Eddie Carbonell Cuentas
Coordinador del evento: Tito Mejía.
Ambientación y logística: Matilde Folgoso y Erick Maduro
¡Espere el otro gran recital dentro de 2 meses, con 10 poetas invitados!



martes, 9 de julio de 2019









¡Guamaleros perdieron la paciencia con Electricaribe!

Y a veces pienso
que es tal vez mi desventura,
la causa de esta amargura
que no puedo soportar… (Julio Erazo)

Tito Mejía Sarmiento

Presentación Erazo, una mujer entrada en muchos años se peinaba su frondosa cabellera de más de un metro de longitud frente al espejo de la sala de su casa, la noche del 3 de julio de 2019, gracias a la luz temblorosa de una vela encendida. A pesar de su disgusto por la falla en el fluido eléctrico, tarareaba sin pensar lo que ocurriría horas más tarde, en su natal Guamal, varias estrofas del hermoso tango “Lejos de ti”, compuesto por su pariente, el gran intérprete y compositor, Julio Erazo. No lejos de allí, unos niños jugaban fútbol alegremente en la calle a las 8, aprovechando la claridad de la luna llena.

Guamal, era hasta ese entonces, un pacífico pueblo plano de altas temperaturas, en el departamento del Magdalena que perdió su equilibrio emocional debido a los continuos apagones de 10 y 12 horas por parte de Electricaribe, la mediocre empresa que ha venido acabando desde tiempo ha, con la paciencia no solo de Job, sino de los propios Guamaleros, cuyas quejas daban la impresión iban a dar en sacos rotos.

Y como el estado tampoco presta atención a la lluvia de quejas de los usuarios que ven como sus electrodomésticos se dañan, y además no hay una entidad supervisora que responda, entonces, ante esta desatención y como algunas cosas no pueden ser aferradas en las palabras, muchos Guamaleros se fueron en el acto, a las vías de hecho para protestar por la crisis eléctrica que les había representado enormes pérdidas económicas y enfermedades, especialmente resfriados y desniveles de la presión arterial.

Según el colega de tierra El Heraldo de Barranquilla “El bloqueo de las vías que conducen a El Banco y a Mompox, la pintarrajeada en negro de los contadores de energía, el intento de quema de la oficina del punto de pago de Electricaribe y los enfrentamientos a piedras con el Esmad, fueron actos que marcaron el disgusto de la comunidad y alteraron el orden público.

La tensión y el ambiente de hostilidad que se vive, obligaron al alcalde Elkin Méndez Posteraro a decretar el toque de queda, vigente entre las 4:00 p.m. y 6:00 a.m. Sin embargo, en las últimas horas y tras una mesa de concertación desarrollada en el Polideportivo del barrio Lara, en la que participaron los actores del conflicto, los ánimos se apaciguaron, aunque la incertidumbre persiste”.

Lo cierto es que la copa se les ha estado rebosando a casi todos los habitantes de la costa caribe por el mal servicio de energía eléctrica prestado por Electricaribe, y sobre todo por las altas tarifas que cobra, y el Gobierno Nacional si quiere evitar una tragedia mayúscula, debería tomar lo antes posible, medidas de fondo para que los Guamaleros principalmente puedan cantarle a Electricaribe:

“Quiero estar al lado de ella
para decirle que es bella,
para decirle que nunca
podre dejarla de amar”.

“Amanecerá y veremos” dice con su voz grave y esperanzadora el ciego Sebastián Ariza, popular vendedor de loterías que se ubica desde hace más de 25 años, en la plaza principal de la población Guamalera.

viernes, 14 de junio de 2019





Una reflexión sobre el olvido que no seremos

Por Tito Mejía Sarmiento



Admito con sinceridad que cuando me piden escribir sobre lo que en vida fue un amigo, en este caso tan popular como Dimas Fontalvo Escorcia, el licenciado en Matemáticas que falleció hace un mes en Santo Tomás, dejando un profundo dolor en el alma de muchos de sus habitantes , mi cabeza comienza en el acto a dar vueltas en todo su contorno con el único propósito de organizar desde su principio, nudo y desenlace toda la naturaleza real y necesaria del mismo Dimas, para no caer en ponderaciones o desaciertos que pudieran herir de alguna manera, la susceptibilidad de los suyos y conocidos.

A pesar de tratar y conocer por mucho tiempo a Dimas, apelo primero a la reflexión de varios de sus estudiantes en la Institución Educativa Técnica Comercial de Palmar de Varela, quienes escucharon durante más de 20 años, la eficacia de sus enseñanzas con un estilo pedagógico elegante y muy particular, sobre todo acompañado de un equilibro emocionalmente muy humano que cautivaba la atención de los mismos educandos. Según ellos, el profesor Dimas los trataba como a sus propios hijos e incluso sacrificaba uno que otro sábado en familia, para explicarles humildemente con la lógica proposicional de su sabia experiencia, algunas dudas en las implicaciones Tautológicas y de Física Cuántica proporcionadas en clases.

Y como la razón a veces requiere de recogimiento, de edificar el propio silencio para recordar lo que no se desea olvidar, me parece ver ahora en estos instantes de presente histórico, al amigo Dimas caminando sonriente las calles de mi pueblo con un libro en su mano derecha, con una elegancia de pavo real impecable, sin caer en la jactancia o creencia popular de que todo aquel que porta libros es un empedernido lector.

En mis retinas está aún instalada la imagen de Dimas con su cuerpo en su totalidad brotado producto de una varicela que le dio, acompañado por sus hermanos Moisés y Jacob, llegando a una mesa de votación para apoyar la candidatura de Nelson Mejía a la alcaldía de Santo Tomás para el periodo constitucional 2004- 2007, en el más noble acto de admiración que jamás se haya visto hacia determinado candidato por estos lares. Les confieso que desde aquel domingo de octubre electoral, Dimas se metió para siempre en el corazón de la familia Mejía Sarmiento, en una especie de eternidad contenida. Mi padre César Euripides y mi madre Eloina lloraron por más de 20 minutos seguidos en casa, cuando comentaban conmigo la sensorial ocurrencia de Dimas, en aquel puesto de votación planificado en esa oportunidad en el colegio Oriental.

A veces también lo veo al lado de Pedro Fontalvo Ojeda, luciendo con orgullo el uniforme del equipo de fútbol “Los profesionales”, mientras ensayaba tácticamente un pase de crack como buen back central que fue, en la cancha Peldar, sediento de que el partido empezara.


…Y cómo olvidarlo por ejemplo cuando en una noche de semana santa por los años 70s, con un cielo tachonado de estrellas, en el teatro Atlántico de la población, repleto en todo su aforo, se proyectaba la película mejicana “El mártir del calvario” con el actor Enrique Rambal como protagonista. Dimas estaba sentado con su hermano David en una de las tantas bancas de madera que se solían utilizar para esa época y, como por arte de magia, Dimas hizo un giro hacia atrás y comenzó a llamar para cederles los puestos a dos señoras de avanzada edad que permanecían de pie, mientras yo sentado al lado de mi novia de ese entonces y cuyo nombre no quiero revelar por obvias razones, nos moríamos de la pena muy cerca de ahí.


Pero él ya no está físicamente con nosotros, el 13 de mayo de 2019, su esposa Margarita Mora Beleño y sus camadas: Dimas José, Antonio David, José Alejandro y Jennifer lo vistieron con su mejor prenda, el pueblo le dijo consternado adiós, cada asistente al sepelio lo sintió a su manera. Ahora el espíritu de Dimas responderá por las noches en un dialecto que solo los suyos entenderán y lo más seguro se “paseará por toda la casa en busca del agua de la vida, sin saber quién cerró el grifo para siempre”, como dice el clamoroso verso del poeta chileno, Jaime Ignacio Magnan Alabarce.

Entonces, pregunto: ¿Cómo olvidar a un amigo, amigo como el que acaba de morir, con unas cualidades fundamentales y no tan comunes en una sociedad actual de ternuras difíciles, donde además los principios y valores humanos agonizan cada día? Quizás ahora me entiendan evidentemente, el título de este panegírico y, a manera de colofón les dejo este poema de mi autoría:

Prohibido olvidar

Ninguna avalancha destrozará la recordación

de los míos que ya no están,

así los minutos que estipulan el curso de los días

a través de la metáfora del tiempo,

consuman el acoso de las horas muertas,

y las palabras que oprimen el silencio

cuando menos las esperamos

en las noches de las ventanas cerradas,

sin querer, deshabiten la presencia por completo con asombro,

en una sola determinación hacia la eternidad.

Entre tanto, seguiré en mi intimidad secando lágrimas,

a pesar de que otras consideraciones embellecen el luto

sobre la arena pisoteada cuando las oraciones santifican las alturas

para mitigar y ocultar las heridas...



Santo Tomás, 13 de junio de 2019.


viernes, 10 de mayo de 2019


“Todo está podrido, pero huele bien”, la novela que no se logró publicar

Por Tito Mejía Sarmiento

A raíz de su  fallecimiento, el pasado mes de abril de 2019, el escritor, periodista y compositor, Juan Carlos Rueda Gómez, no pudo ver cristalizado el sueño de publicar su primera y única novela “Todo está podrido, pero huele bien”. “Juanca” como se le conocía en los medios radiales, impresos y televisivos, me dio la oportunidad de que leyese, corrigiese y analizase su obra escrita en borrador y de ella extraje una pequeña síntesis que en su momento le envié al correo:


En esta, su primera novela, el escritor colombiano Juan Carlos Rueda no utiliza  la técnica tradicional de configuraciones narrativas, pero hace reflejar de entrada al mejor  estilo de Jodi Ellen Malpas y Julio Cortázar, que sus personajes no pierdan enlaces ni coincidencias del tiempo al momento de transitar por la misma narración, permitiéndole al lector no separar sus ojos activos de la historia, que ocurre, a propósito, en una ciudad del Caribe que se convierte, dicho sea de paso, en una burbuja muy particular con un referente netamente erótico, en medio de un mundo de crueldad y dolor en que viven muchos seres humanos  quienes, aunque formen parte de una familia, de un grupo social o de un gremio, realmente viven solos en medio de la multitud y terminan siendo víctimas de su propia ruindad,  mezquindad sin límites…  Y, por qué no decirlo, de su inusitada irresponsabilidad frente a las personas vulnerables, a quienes ignoran porque están demasiado ocupadas en satisfacer sus necesidades, lujos y ambiciones personales: “Por un lado una joven de buena familia llamada Érika, criada con todas las comodidades, educada en un buen colegio y una excelente universidad, anda jugando a la femme fatale, a la hembra liberada que decide acosar a un profesor universitario, Freddy Jiménez para que la desvirgue. 

Por el otro, Astrith, una niña pueblerina de doce años, indefensa, huérfana de padre, que es presa fácil de unos desalmados paramilitares que la someten a todas las vejaciones posibles.

Además de la  aquiescencia y celibato de Jesús Adrián, párroco de la iglesia que ama muchas mujeres en el propio confesonario. 

Por último,  Isaura  y Vanessa,  mujeres que lo contemplan todo por amor  y que no tienen más opción que interpretar a la fuerza un  rol para el cual no les han permitido siquiera ensayar. Mucho menos negarse a aceptarlo bien a fondo con un escenario donde cada día y cada noche todo se va pudriendo, inevitablemente, inexorablemente aunque huela bien”.

“Todo está podrido, pero huele bien” es una novela contemplada en el telescopio que desarregla y arregla los fragmentos para hacerlos una totalidad fascinante. Entonces, más allá de nuestra realidad y del pretexto premonitorio del desenlace político y erótico, esta obra nos hace mirar en un espejo donde solo logramos enturbiarlo.
Posdata: Ojalá, uno de sus hijos toque puertas y logre el objetivo de publicar la novela para que la memoria de Juanca siga cazando historias.



domingo, 7 de abril de 2019

La eternidad de mis muertos de abril



La eternidad de mis muertos de abril
Por Tito Mejía Sarmiento
“Estoy convencido de que los seres queridos a pesar de estar muertos nunca abandonan a los suyos; una vez finados pasan  a un estado de luna; van a donde quiera que uno va. Nuestros difuntos solo mueren cuando lo separamos de la mente. A ellos, los hospedamos en nuestros sentidos. Allí los eternizamos” (Ese otro silencio, novela de Luis Payares Mercado)
Al morir mi padre César Eurípides (11/4/2011), mi madre Eloina (18/4/2017) y mi hermano Nelson (29/4/2004), como extraña   coincidencia en  abril, en el acto comprendí que la eternidad de esos seres queridos, yo mismo la domaría. A partir de esos dolorosos instantes, construí mi propio silencio y empecé a desenredar la madeja de los recuerdos de cada uno, mientras los años han seguido viviendo prisioneros en cualquier reloj de pared o pulsera, inexorablemente:

De mi viejo, me hace falta el abrazo que me daba cada vez que llegaba a Santo Tomas, sus pasos parecen cruzar ahora los míos y la existencia de su cara se está dibujando cada día más  en la mía,  mientras las huellas de la vida quedan impresas en los ojos del alma para siempre con sus lágrimas furtivas y rebeldes. Además, me parece verlo sentado bajo la sombra del perfumado tamarindo en el patio de la vieja casa, al lado de mi madre, tratando de jugar múltiple veces a cautivar un beso hasta cuando el último rescoldo de la destartalada hornilla se esfumara con el alba. Lo veo pensativo, reseñando en su libreta de apuntes con un agrado preeminente sobre el zarandeo del tiempo, el primer aguacero de cada año. Vivo está el recuerdo, cuando se paraba frente al espejo para peinarse y verse así mismo su abultada y plateada cabellera. Prohibido olvidarme de los momentos cuando mi viejo amado trataba de dormir a uno de sus nietos en sus piernas, silbando la famosa canción “El chupaflor” de Alejandro Durán, que tanto le gustaba, al filo de una encrespada madrugada de octubre. 
Hay noches, papá, donde sueño que soy aquel niño delgado, travieso, que tú mandabas a regar casi todas las tardes a las cinco en punto, el jardín para ver crecer el carnaval de mariposas alrededor de una flor abierta. Extraño tu prístina inteligencia y tu lucidez extraordinaria hasta en los últimos segundos de tu vida, viejo César, tanto así, que dejaste clavada en mi memoria aquella lacónica  frase cinco minutos antes de morir: “En abril, hijo mío también crecerán las esperanzas".

 
Manifiesto que en esta bandeja de palabras, uno tiene que deshacerse de sí mismo por entre la piel que lo eriza con los recuerdos ahora de mi vieja Eloina: me he sentido muy solo ante su huida, en íntimo cumplimiento porque  ya no se extienden los brazos que me acunaban, mientras las narraciones de hadas robustecían mi ilusión. Me hace mucha falta su ramillete de alegría que solía salir de sus negros ojos a cada instante; y para decirles la verdad, me he tenido que beber yo solo todos estos años, la taza de café hirviente que casi siempre compartía conmigo en las noches de frío invierno y, lo más duro de todo esto, es que ya no siento el  rítmico latir  de su noble corazón en mis oídos.

Si mi vieja linda supiera, lo duro que es vivir sin ella, estoy seguro que resucitaría en estos precisos instantes. Yo que siempre la veía al frente del televisor intercambiando diálogos imaginarios como si fuese una actriz más de una de las tantas telenovelas nocturnas que no se perdía, en medio de un juego de perfidias y asombros, como una disputa de ocurrencias o desplantes, mientras mi hermana Vilma se moría de la risa viéndola actuar sola.
El tiempo transita ahora entre nosotros sin notar ya sus constantes risotadas, esas mismas que penetraban en toda la casa cuando todos sus hijos, (as), nietos(as) la visitábamos o cuando la sorprendíamos comiendo cuanto mango caía en sus manos, mientras charlaba con una de sus vecinas en la terraza.

La vida,  desde aquel aciago 29 de abril de 2004, continúa despiadada para toda la familia, sin que el sol de verano la disuelva. Ahora, mi hermano, el médico Nelson no está, fue asesinado frente a las instalaciones del D.A.S., en Barranquilla, pero en este mes de abril del 2019, lo visto con su mejor camisa deportiva amarilla, esa misma que en tantas campañas políticas lució, seguido por múltiples amigos(as), producto de su inigualable carisma. Es que mi hermano Nelson como bien lo define el escritor Ramón Molinares Sarmiento: “Él era un médico que nació con un corazón de puertas abiertas por donde entraba todo el que quería, a cualquier hora del día, noche o madrugada sin pedir permiso y sin pagar cinco centavos. Todavía es la hora que a Nelson lo ven también entrando de puntillas en sus sueños las muchachas que lo amaban porque era un hombre bueno, un médico de ojo clínico certero, un varón generoso y buen mozo”.

Ahora el espectro de Nelson sólo reconoce al único universo que habita: Yaure, África. (Leer el libro “A veces llegan cartas”). Las balas asesinas del Estado no lo dejaron como lo  manifestara para la prensa, el sociólogo y narrador Pedro Conrado Cúdriz: “Nelson quería  vivir 100 años, en su amada tierra tomasina, (él me lo dijo en cierta ocasión), tiempo existencial nada despreciable en un país como Colombia en guerra eterna. Él me reiteraba que quería morir, un viernes certero de fiesta, morir de viejo como sus abuelos. Pero no lo dejaron, no lo dejaron alcanzar la placidez y la sabiduría de la vejez”.

Todos los días de cada año, el cristal de la reminiscencia me devuelve los rostros de mis muertos de abril, y en ellos descubro, que la muerte no es un juego de niños, sino un fuerte muro  que hay que derribar para acabar en el acto con todos los mitos que habitan en su oscuro  interior,  sin experimentar miedo e insensatez y así lograr definitivamente, una eternidad domada que se expanda hacia el infinito a pesar del breve tránsito de cada ser amado nuestro.

domingo, 3 de febrero de 2019



El dolor de ausencia
A la memoria de Edna Bolaño Borja

En el diario desordenado de la vida en el que se barajan alegría y dolor, este último parece eternizarse más en nosotros a través de los años, cuando se trata de la partida de una persona amada y apreciada, como es el caso de Edna Bolaño Borja, quien fuese arrollada violentamente por el conductor de una un moto, cuando hacía su acostumbrada caminata sabatina (26 de enero de 2019) en horas de la mañana, acompañada de varias amigas y el instructor deportólogo, en la vía circunvalar de Barranquilla. Durante tres días internada en la clínica, en algo anormal, la muerte con su negra guadaña y su rastro de sombras se sentó a su lado, a esperar, hasta que por fin se la llevó el lunes 28 de enero de 2019, en horas de la tarde.

La muerte, como un acto real y natural de todo ser humano transfiere la realidad para buscar una duración en los recuerdos, por eso yo me quedo con la perdurable sonrisa de Edna, su particular manera de hablar que exploraba en cada milímetro de cada palabra, anteponiéndole el artículo definido con tanta humildad al nombre propio de toda persona que quería llamar: “el Ricardo ese, se fue ayer para Bogotá sin desayunar porque entonces y que perdía el vuelo, la Jerime bonita , la Diana que parece rabiosa como su papá Cipriano, pero no lo es, la niña Edna Margarita se la pasa comiendo a cada rato, la Cinthya trabajadora” y por supuesto, con el encantamiento suyo frente al espejo grande de la casa, al momento de maquillarse, tratando de hallar un rostro como toda mujer, más hermoso de lo que se supone.

Pero Edna ya no es río porque no moja, no es mar porque no levanta sus olas, es solo una laguna porque descansa en paz. Ya no está con su evidencia tangible, se fue más rápido de lo que pensábamos, o como dice un muy humano verso del poeta mexicano Hernán León Velasco:
“Se le fue la vida como un pedazo del tiempo enloquecido,
dictándonos otra vez el albur de su juego
en el estricto horario de los días los años y los sueños rotos”

¡Hasta siempre, cuñada Edna Bolaño Borja y ten la absoluta seguridad que, todos los que te conocimos, te vamos a perpetuar mientras haya vida o hasta cuando las cometas no puedan levantar su vuelo con la brisa de agosto!

Tito Mejía Sarmiento
Santo Tomás, 30 de enero de 2019