martes, 16 de diciembre de 2014


De izquierda derecha, Julio Castaño Bossio, Tito Mejía y Wilfredo Lafaurie

Julio César  Castaño Bossio, el gran maestro, el  amigo sincero
                                    "Julio César Castaño Bossio, uno de los maestros clave en mi largo y todavía incipiente aprendizaje"
                                                          Joaquín Mattos Omar, Poeta y columnista del periódico El Heraldo

Por Tito Mejía Sarmiento

Colega y amigo, Julio César Castaño Bossio, mi deuda para contigo es inmensa. El contacto de tantos años con tu sencillez, con el rigor de tu inteligencia, con tu riquísima cultura, con tu conversación-siempre circunscrita a lo universal-con tu prosa clara y aplacada, con tu honestidad a toda prueba; digo que el contacto contigo, se cuenta entre los bienes más puntuales que me ha dado la vida sin lugar a dudas.

Tu legado, no sólo para aquellos que hemos tenido la fortuna de conocerte, sino para la sociedad y la cultura de nuestro querido Instituto Técnico Nacional de Comercio de Barranquilla, del Instituto Pestalozzi, de la Universidad del Atlántico, de la Universidad Autónoma…, seguirá siendo  aquella visión grandiosa del universo y sin exageración, del propio hombre que anima en tu pensamiento y en tus invaluables conocimientos.
Quiero manifestar, sin hiperbolizar que, Julio César es un sincero crítico de arte, excelente gestor cultural, avezado asesor literario, un intelectual que casi siempre evade las adulaciones, pero hoy le voy a agradecer que haga  una excepción  conmigo, porque guardarme esta emoción que en estos momentos me embarga, podría resultarme perjudicial.

A pesar de que hoy 7 de noviembre de 2014, culmina su extraordinaria carrera pedagógica en nuestra institución por razones obvias (retiro forzoso), tengo la plena convicción que sus enseñanzas, sus sabios consejos e infinita bondad estarán siempre a la orden del día para todo aquel o aquella que así lo requiera, probablemente, como una manera de asentar esa oleada de contraposiciones que compone nuestra subsistencia o  como dice el nuevo premio nobel de literatura 2014, el francés Patrick Modiano, en un hermoso ensayo sobre la amistad, “para no seguir viviendo aislado como cuando uno conoce un vecino y sabe, además, que vive tan solo como uno. Más aún: como no comunicarle que uno existe y le manda un papelito diciéndole: aquí estoy, amigo mío, amigo del alma, aquí estoy para ayudarte en lo que fuere.

El colega Julio César parece tener el don de la ubicuidad cuando se trata de dar una voz de aliento a sus amigos(as), en los momentos adversos de la existencia, dispuesto  además, a cruzar las fronteras cuando uno se lo solicita. Tengo muchas evidencias, pero el espacio no lo permite.

Para terminar esta semblanza del gran educador Julio César Castaño Bossio, nacido en Arjona, Bolívar,  egresado de la Universidad del Atlántico en Filología e Idiomas y con un cúmulo de especializaciones, anexo la visión que sobre él tiene Carlos de la Hoz Albor, hoy gran escritor, excelente docente y uno de los tantos alumnos que tuvo el profesor Castaño durante su extenso quehacer pedagógico. La visión es tomada del libro “Cuaderno de apuntes”, página 157:

“El profesor Julio César Castaño Bossio se levantaba a lo sumo un metro y medio del suelo. Pero cuando leía, lo que hacía muy a menudo en sus clases, su firme voz sugerente era capaz de abrir puertas que conducía a mundos muy diferentes al desgastado por la rutina que nos rodeaba. Además, el trato con sus estudiantes era siempre amplio y cordial y eso, de alguna manera, había borrado la distancia a veces infranqueable que por ese entonces muchos de los maestros trazaban para alejarse de la vida de los discípulos y limitar su relación con ellos a los salones de clase. Un día llegó al salón con un  libro del poeta español Federico García Lorca que, según contó, acababa de comprar. En el rostro se le notaba que ese autor lo tenía maravillado. Al comenzar la clase nos leyó un poema en el que hay unos versos que yo nunca he olvidado. No es que me dijeran nada en especial y hasta podría asegurar que nunca más me volví a tropezar en mis lecturas con aquellas palabras, pues este autor español no se encuentra entre mis devociones. Pero la manera como el profesor Castaño leyó el poema (sería más exacto decir: como lo entregó a nuestros sentidos),sumado al valor que le dábamos a él como persona, crearon un conjunto de emociones que afectó mi memoria y mi sensibilidad para siempre: ¡Si muero, /dejad el balcón abierto!, dicen aquellas dos líneas que yo estaría dispuesto a convertir en mi epitafio solo para honrar a aquel maestro al que me une la gratitud eterna de haberme iniciado, con ese gesto de aquel día y otros en los que era pródigo, en la religión de la lectura.”

¡Larga vida para ti y los tuyos, apreciado profesor y amigo!
Y como dijera a sus tropas tu tocayo Julio César, el emperador, al cruzar el río Rubicón: ¡Alea iactaest, es decir, La Suerte Está Echada!
Postdata: Llegaron muchos, muchísimos mensajes de agradecimiento para el gran maestro y amigo sincero, Julio César Castaño Bossio, pero por cuestiones de espacio, solo aparecen estos. Presento disculpas a los demás.

Nelsy Cecilia Guerrero Sánchez: ¡Profe, como ese, creo que ya no vengan. Tal vez, en otra vida!
Alejandra Gutiérrez Sánchez: “El maestro Castaño fue alguien importante en mi vida, ayudándome a forjar como persona y profesional”. ¡Gracias por topármelo en el bachillerato y en  la Universidad!
Edna Martínez:”Mi profe favorito, no sabe cuánto de bueno me enseñó, y no hablo de conocimientos sino de la visión, del criterio propio, del desafío del mundo”.
Yomi Martínez: “Julio Castaño Bossio,  excelente profesor de Español y Literatura, gran amigo de los estudiantes. Le tengo un gran aprecio. Hace muchos años que no lo veo”.
Martín Mendoza Juliao:”Más allá de impartir sus grandiosos conocimientos, un ser humano a carta cabal. No se le escapaba nada cuando corregía los exámenes”.





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