domingo, 7 de octubre de 2018
¡Gracias, tía Conce, por haber vivido y por seguir viviendo en nuestros corazones!
Por: Tito Mejía Sarmiento
Gracias por enseñarnos a creer en la unión eterna de nuestra familia, en el dominio de la decencia como modo de caerle bien a las demás personas, gracias tía, por acostumbrarnos a brindar un mendrugo de pan al necesitado, gracias por deleitarnos con ese exquisito plato de conejo guisado y boronía que solías cocinar en la semana santa.
Ahora me parece verte, tía, resolviendo con una facilidad pasmosa cuanto crucigrama caía en tus manos y tu esposo el mono Bibio, tus hijos: Tomás, Arturo, Eustorgio y Renzo solo atinaban a testificar con sus cabezas.
Me parece verte todas las tardes a las seis, sentada en tu mecedora, esperando a que mi madre Eloina o tus vecinas Marlene De La Hoz, Daira Molina llegasen a tu casa para comer mangos que tanto te gustaban, para soltar tu inigualable muletilla: ¡Huéleselo a Fulanita!,¡Huéleselo a Zutanita!, y para remover la intimidad de los tiempos idos, hasta cuando la luna soltara su reverenciada luz nocturnal.
Estoy plenamente convencido, tía Conce, que todas tus acciones tendrán el resplandor de las cosas perdurables, porque hablarán de las horas, días, meses, años que viviste con delectación y por supuesto, con prosperidad. Descansa en paz, tía María Concepción.
Prohibido olvidarte, tía.
Ninguna avalancha destrozará la recordación,
así los minutos que estipulan el curso de los días
a través de la metáfora del tiempo,
consuman el acoso de las horas muertas,
y las palabras que oprimen el silencio
cuando menos las esperemos,
en las noches de las ventanas cerradas, sin querer,
deshabiten la presencia por completo con tu asombro
en una sola determinación hacia la eternidad.
Descansa en paz, amada tía de la calle Granada,
que yo seguiré en mi intimidad secando lágrimas,
a pesar de que otras consideraciones embellecen el luto
sobre la arena pisoteada cuando las oraciones santifican las alturas.
¡Adiós para siempre tía, María Concepción, la popular Conce!
En este paisaje terrenal me dejas tu sonrisa inacabable y esa extraordinaria manera de bailar cualquier ritmo, los 31 de cada diciembre. ¡Imposible no dejar caer lágrimas sobre el libro de la vida! ¡Hasta siempre, tía hermosa!¡Hasta siempre, Conce!
Tito Mejía Sarmiento, filólogo, docente y poeta colombiano.
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