Elegía a mi hermano
Germán Alberto Mejía Sarmiento
Imposible
olvidarte, amado hermano Germán Alberto. Imposible no pronunciar tu primer
apellido, precedido del adjetivo con el cual te conoció casi todo el mundo: “el
loco” Mejía.
Y
por qué no derramar una lágrima tras otra, cada vez que me acuerde de tus
ocurrencias emocionalmente inestables, a veces irreverentes, de la inagotable
admiración hacia los Idiomas extranjeros, a la lectura, a la música del Gran
Combo de Puerto Rico, sobre todo esa salsa que dice: “Los zapatos de Manacho son de
cartón, son de cartón, de cartón”…, al
béisbol, deporte que practicabas con calidad en la posición de cátcher y
por supuesto, al poeta Gonzalo Arango, fundador del Nadaísmo.
Hablar
contigo, Germán Alberto, era una fiesta, por tus charlas llenas de gracejos y
humanidad, de vivencia cotidiana. No me queda otra cosa que seguir indagando
en el piélago de los versos para lograr tus recuerdos de un presente que
se volverá histórico en la querencia de los
días, como “cuando recibiste el título de bachiller en la primera promoción del
Colegio Oriental de Santo Tomás, y la felicidad no cabía en tu propio cuerpo y,
aquellas famosas mentadas de madre tuyas
y las de tus compañeros de estudios en Filología e Idiomas: Julio Castaño,
Guillermo Tedio, Federico Santodomingo, Elvira Chois, Armando Porras, cuando el
profesor de Inglés en la Universidad del Atlántico, Mr. Edmunson llegaba muy
puntual con sus exigencias, a pesar de
los fuertes aguaceros de octubre que caían en la ciudad. Es que es muy
duro y triste, un hermano sin su hermano.
Aunque
la mayoría de las veces hayas pasado
fuera de la casa familiar por tu trabajo en Codazzi o Valledupar, ciudades
donde me llevaste para que yo trabajara durante 10 años en el Instpecam y tú
permanecieras por 35, en el Colegio
Nacional Loperena, en la cátedra de Inglés. Aunque nos despidiéramos de un
todo, Germán, llevaremos tu nombre escrito en el alma porque la pasión
fraternal no tiene límites para recordarles a propios y extraños lo mucho que
tú valías y seguirás valiendo así los días devoren las horas con facilidad
inusitada.
¡No
tengas prisa, Germán Alberto, que numerosos serán los recuerdos de este eterno
viaje que ahora emprendes, como aquel navío de sed por la palabra que
venía de tinta en tinta a untarse el corazón en otros mares .
¡Gracias
por existir, “loco” Mejía, no importa que la luna se envuelva en los bordes de
la noche con sus silencios voraces y el tiempo para muchos quiera cicatrizar
las heridas aunque no se vea la ilusión cumplida! ¡Gracias por existir,
hermano!
En
las alforjas de tu inteligencia se van los lenguajes que dominabas: Inglés,
Italiano, Francés, Español y el más reciente, Griego, que te puso a leer con
una lupa, a los 75 años, como una promesa amenazada, mientras se conjugaba el
aislamiento vencido por las adaptaciones que traen los años. Until we meet
again, brother! ¡Hasta la vista hermano!
Tito Mejía Sarmiento, filólogo, docente y poeta colombiano.
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