¡Virginia
De la Hoz, una metáfora de vida!
Por
Tito Mejía Sarmiento
¡No quiero llanto ante la infinita partida de una sencilla
y humilde mujer de 94 años! Antes por el contrario, deberíamos darle gracias a
la vida por haberla tenido por mucho tiempo con nosotros, por hacernos felices con su bondad a toda prueba, con su
sonrisa que clamaba el goce constante de los días. Para “Viñe”, mi suegra, no
había tristeza en el vasto océano de los momentos adversos, entonces para qué
llorar. ¡Nada de eso!
Primero pensaba y después
actuaba con la paciencia jobiana para acertar en todo el centro de la diana.
Fui testigo en múltiples
ocasiones de sus apuntes optimistas, su conciencia de mesura, su vocación
proverbial, su entrega de amor total para propios y extraños, su capacidad de observación cotidiana para
hablar de emocionantes anécdotas de su pasado reciente y por supuesto del
presente, por la sencilla razón de que su experiencia personal, su lucidez mental
impecable, su envidiable audición, su visión cristalina le permitían un entorno tangible de la realidad acumulada de
los días que vivió.
¡Por eso, no lloremos hoy! El
mensaje es claro: la tristeza, como las tormentas, acaba por disiparse.
Únicamente hay que mantenerse firme y soportar los embates de la tempestad
mientras esta dure, como dice el poeta José Alcaraz.
¡Recordemos a la viejita
linda y risueña por lo que fue, no por lo que uno crea que va a ser, eso sí,
todos los días recordémosla porque el
olvido también tiene memoria! ¡Recordémosla con afecto y recogimiento, sin
llorar, para que no nos pase como aquel
niño al que se le escapó un globo y comenzó a pedir ayuda, entonces las
personas en vez de recobrarle su globo, lo que hicieron fue burlarse de él por
la forma como ascendía más el globo en
el horizonte.
¡La vieja “Viñe” fue, es y será para todos nosotros, la luz del
verso que todo lo aclara aunque pase el tiempo! “Viñe” aparecerá cada vez
que nos miremos en el espejo de
la casa que una vez habitó.
Como supongo que cada uno de
ustedes: hijos, hijas, nietos, bisnietos, tataranietos y demás familiares tienen un bonito recuerdo de “Viñe”, yo me
quedo mientras miro la tarde que pierdo, con su
muletilla preferida: ¡Gea!
“Viñe” encontró en todos
nosotros su recompensa, por eso atesoró muchas ganancias.
¡Hasta siempre, amada “Viñe”!
Palabras pronunciadas en el
sepelio.
Santo Tomás, 10 de agosto de
2016
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