En
el cierre del año, 2018
Padre al hijo
La
vida para mí no ha sido tan fácil como tú a lo mejor estás creyendo, hijo
amado.
He
tenido que andar por toda clase de caminos: piedras, tachones, fuego, barro,
arenas movedizas, aguas turbulentas, una
que otra alfombra de vez en cuando, he pisado. Volar como pájaro de alas
rotas me ha tocado en la mayoría de las veces, he tenido además, que redoblar
esfuerzos para no caer y lograr lo que
me he propuesto, aferrado a mis sueños, halagado eso sí, en varias eufonías
de Francisco Zumaqué.
Me
ha tocado encender una lámpara donde ha
habido oscuridad. Así que, hijo mío, todo no ha sido fácil, te repito.
Valora
mis pretensiones para que tu vida que es la mía, no sea un campo infecundo entumecido por la nieve, porque todavía te sigo
queriendo y no creo que un tal Judas se
haya ahorcado por mí, porque el poeta que vive en mí, jamás se dejará besar en
la mejilla por un traidor.
Hijo
mío, tienes que comprender que entre más avives el fuego más arde el leño, que
la noche no solo está plena de estrellas sino de lunas, que entre más envejezco
menos me quiero ver en el espejo.
Espero,
hijo mío que estas palabras no se expandan en el aire, solo para atrapar
silencios, sino para aprender de memoria a liberarte de los lamentos que en
algunas circunstancias te persiguen. ¡Te amo hijo mío!
Postdata:
No dejes de pedirme señas de baladas cotidianas, en los años venideros.
Tito Mejía Sarmiento
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