¿Y
si Marco Coll Tesillo hubiese nacido en Argentina?
Por Tito Mejía Sarmiento
A raíz de la muerte del
“Olímpico” Marco Coll Tesillo, gran jugador de fútbol profesional, ocurrida el
6 de junio de 2017 en su natal Barranquilla y, ante el alud de elogios
superlativos por parte de la prensa hablada y escrita de nuestro país y de todo el orbe a su notable carrera deportiva
en muchos estadios, se me vino a la mente enseguida una pregunta con la cual
doy título a este escrito: ¿Y si Marco
Coll Tesillo hubiese nacido en Argentina?
¿Qué hubiera pasado se
preguntarán ustedes, a lo mejor? Pues, conociendo el valor, el ascenso social y el
reconocimiento que los argentinos saben proporcionar a sus futbolistas, por lo
menos: estatuas, monumentos, esculturas o escenarios se hubiesen levantado en
su nombre desde el mismo año 1962, cuando le anotó en el estadio Carlos
Dittborn de Arica, Chile (minuto 23 del segundo tiempo) el primer y único gol olímpico que hasta
ahora se haya marcado en toda la historia de un campeonato mundial
organizado por la Fifa, al mejor arquero del mundo según los entendidos: Lev
Yashin (la araña negra), quien entre otras cosas, es el único guardameta que ha
ganado el balón de oro. (Cabe destacar que
nuestro país participaba por primera vez en un campeonato de esa
magnitud, igualando a cuatro goles con su similar de la Unión Soviética, cuya
sigla era C.C.C.P. Tan importante fue aquel resultado que al año siguiente,
con la transparencia de los amaneceres y aún con el lenguaje del deseo
vivo, en nuestra nación se rebautizó la semántica de esa sigla para mofarse de
los Rusos por “Con Colombia casi perdemos”).
Pero lo enfadoso del caso,
es que Marco no nació en Argentina sino en nuestro país, donde la clase
dirigente nunca le ha importado un bledo el bienestar de los futbolistas sino
los millones que entran con facilidad pasmosa en las alforjas de la entidad deportiva. Y esto,
estimados lectores lo digo con conocimiento de causa porque en los últimos siete
(7) años en la vida del “Olímpico”, tuve muchos acercamientos con él y con
sus cinco (5) hijos: Marcos, Mario
Alberto, Orlando, Fabián y Omar, quienes siempre me hacían hincapié de
las promesas que nunca se cumplieron relacionadas por ejemplo con una casa y una pensión por parte de la Adefútbol,
hoy Federación Colombiana de fútbol para el “Olímpico”. Marco tuvo que irse a
trabajar a las minas del Cerrejón en la Guajira para poder obtener una pensión
y lograr de alguna manera capacitar a sus hijos.
Ojalá, a este exjugador
creativo del medio campo que fue muy jovial con la vida, con toda su familia,
con sus amigos(as), con el fútbol, que
se consideró un hombre muy creyente y sensible, al que le dolieron las injusticias sociales en el mundo y para
demostrarlo cada vez que hablábamos me
declamaba un verso muy visceral de la
poeta tolimense, Esperanza Carvajal Gallego: “...de nada nos sirve sentirnos
más que los otros, si dentro llevamos el reloj que nos oprime por igual en esa
batalla que nos estruja el alma”,
se le eternice la memoria bautizando con su nombre, el complejo
deportivo que se está construyendo por parte de la Federación Colombiana
de Fútbol sobre la avenida Circunvalar, en Barranquilla, y se cumpla por fin con la promesa de
su anterior presidente Luis Bedoya, quien eufórico ante la
alcaldesa de ese entonces, Elsa Noguera
y miles de invitados dijo: “sería
un justo homenaje a Marco Coll, una
leyenda viva del fútbol internacional”.
Ojalá que el actual
presidente de la Federación Colombiana de fútbol, Ramón Jesurún y el alcalde
Alex Char, quienes entre otras cosas son barranquilleros, le cumplan a Marco Coll Tesillo. (Que casualidad hay en
la vida, cuando el campeonato mundial de
fútbol se va a jugar en el 2018,
justamente en los estadios de Rusia, el país más extenso del mundo
y a
cuya selección le marcó categóricamente el gol histórico). Si esto
sucede, tengo la absoluta convicción de que Marco Coll Tesillo los
aplaudiría desde lo más alto
del estadio celestial con sumo placer y
de paso, el mejor locutor deportivo de Colombia en todos los tiempos, Édgar
Perea Arias, narraría con su vibrante calidad de siempre el segundo gol
olímpico de Marco como en su momento lo hiciera Gabriel Muñoz López con el
primero. “Ver para creer”, solía decir Santo Tomás.
Equipos donde militó, amén
de integrar la Selección Colombia:
Equipos
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País
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Año
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