¡Todo
pareciera olvidarse, pero Nelson Mejía Sarmiento vive!
(13
años de su asesinato)
Por
Tito Mejía Sarmiento, en clave muy personal
Con la llegada del mes de
abril, el alma de mi familia se hincha más de dolor y angustia por el vil
asesinato de nuestro amado Nelson Ricardo Mejía Sarmiento. Aquel aciago 29 de
abril de 2004 a las 12:45 de la tarde, cuando mi hermano Nelson contaba con 43
años y fungía como alcalde de Santo Tomás, recibió dos disparos en la cabeza
que acabaron con su vida, de parte de un sicario por encargo, frente a la sede
del antiguo Departamento Administrativo de Seguridad (D.A.S.), siendo
presidente Álvaro Uribe Vélez.
Desde entonces, se ha
acudido sin descanso a diferentes instancias judiciales de la nación e incluso
foráneas con el enorme propósito de esclarecer ese homicidio o mejor,
conocer quiénes fueron los autores
determinantes (intelectuales) del mismo, pero el esfuerzo hasta ahora cuando
han transcurrido trece (13) años, no ha surtido ningún efecto, lo que demuestra
que la Justicia Colombiana sigue siendo
la alcantarilla que emana diariamente los olores más pútridos del globo
terráqueo.
Para
conocimiento de las nuevas generaciones, es importante destacar que en medio de
una Colombia angustiada y salpicada por la crisis social y la violencia, el
médico cirujano Nelson Mejía Sarmiento, graduado en la Universidad Estatal de
Cuenca (Ecuador), llegó a ser elegido dos veces alcalde popular de Santo Tomás
para los períodos constitucionales de 1995 a 1997 y de 2004 a 2007 (obteniendo
las más altas votaciones en la historia del pueblo tomasino y realizando una
magnífica labor en su primera administración: ¡Ahí están las obras, ante los
ojos de todos!)
Y
cabe también recordar que minutos después del homicidio, muchos
habitantes de la población, como si fueran unos volcanes en iracunda erupción
empezaron a quemar el Palacio Municipal, las casas de los contradictores
políticos…Entonces, el gobernador del Atlántico, Carlos Rodado Noriega ordenó
militarizar todo el pueblo por varios días y decretó convocar a nuevas elecciones, el domingo 27 de
junio de 2004.
Pero el pueblo que es soberano y constituyente primario no se convirtió en el payaso de la realidad y supo interpretar la historia, eligiendo a Nelson nuevamente por tercera ocasión aun estando muerto, en la persona de su esposa Onésima Beyeh Cure.
Pero el pueblo que es soberano y constituyente primario no se convirtió en el payaso de la realidad y supo interpretar la historia, eligiendo a Nelson nuevamente por tercera ocasión aun estando muerto, en la persona de su esposa Onésima Beyeh Cure.
Todavía
se siguen escribiendo muchas páginas acerca del médico Nelson Ricardo Mejía
Sarmiento, algunas clamando verdad y justicia por su asesinato; otras
reconociendo al gran líder carismático que, según opinión de muchos, sentó un
precedente sobre la forma de hacer política en Santo Tomás, guiada bajo los
principios de honradez y honestidad, teniendo como fin último el bienestar del
pueblo.
¡Todo sigue en la impunidad!
¡Todo
pareciera olvidarse, pero Nelson Mejía Sarmiento vive! Por eso, mi
madre hermosa Eloina Sarmiento Charris, a pesar de haber perdido bastante la
memoria a sus 87 años de vida y no es para menos, con justa razón se
pregunta en los momentos de lucidez mientras en el mar de sus ojos, solo
se balancean grandes olas de tristeza: ¿Entonces, quiénes mataron a mi hijo Nelson?
En la búsqueda de esa respuesta muchas personas comenzamos a incorporar un
collage de textos, fotos, novelas, poesías, panegíricos, recortes de periódicos
que parecen inconexos pero que juntos transmiten, un universo personal, tangible,
con inquietudes, virtudes... Incluso todos los días, hacemos un pequeño
recorrido aleatorio (instantes de su vida) que me parece fundamentalísimo y que
de alguna manera sentimos que definen a
Nelson.
Sin
temor a equivocarme creo que mi hermano Nelson curaba con sus ojos llenos de
afectos y su voz baritonal, específicamente cuando se trataba de infantes.
Porque no hay, no pasa por la mente del hombre ni un solo concepto que no sea
afectivo, en grado mínimo o en grado sumo. Y el médico Nelson Ricardo
Mejía Sarmiento al intuir una realidad cualquiera, su querencia estaba
implícita en su misma comprensión con los pacientes, a quienes veía como tales
y no como clientes. Definitivamente, Santo Tomás y otros pueblos
circunvecinos tenían en Nelson a un filántropo de tiempo completo. Y no se
puede dejar a un lado, la significativa influencia que Eros ejerció sobre
Nelson, galán de noble estirpe, que hermosas mujeres configuraban su producción
idílica como un cáliz maravilloso que permitía apurar los ensueños de la
pasión. Puedo afirmar que Nelson antes que amar a mujer alguna, jugó su
febril corazón al azar y se lo ganó el mismo amor. Nelson tenía una idea
perfeccionista del Romanticismo, y por eso se enamoró muchísimas veces, en
busca de ese amor ideal que sólo lograba encontrar bajo la madrugada de sus
ojos.
¡Cómo podré borrar de mis
retinas, su ataúd cubierto de flores, panegíricos, canciones, poesías, afiches
y estampas entregadas por personas conocidas y desconocidas que también lloraban
su muerte!¡Cómo olvidar a la multitud dando vivas a su nombre, aplaudiéndolo y
pidiendo justicia bajo el torrencial aguacero de aquel primero de mayo de 2004.
Ni aquellos abrazos solidarios que recibí esa mañana, de personas que al estrechar
mi cuerpo, se sentían lo mejor un poco más cerca de Nelson! Si el sentido
de la vida es llegar a ser querido, sé que mi hermano Nelson partió pleno.
¡Nelson ya no está, eso es
cierto! Lo más terrible de la muerte es el propio vacío, la ausencia eterna de
su materia. Ya no puedo volver a abrazarlo, mamarle gallo, pelear con él…
Tampoco podemos seguir añorando a Nelson sin ser consecuentes con las
reflexiones y retos que nos legó. Su erguida herencia ante todo creativa,
combativa, trabajadora, emplaza a todos los tomasinos y tomasinas de hoy a
investigar para la sana discusión, para no dejar en el estricto pretérito los
hechos que construyeron y cambiaron a nuestra amada tierra tomasina antes y
después del gran líder llamado Nelson Ricardo Mejía Sarmiento. ¡Todo pareciera olvidarse, pero Nelson
Mejía Sarmiento vive!
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