sábado, 24 de septiembre de 2016

Diálogo vespertino con mi madre.



Diálogo vespertino con mi madre Eloina, el día que cumplió otro año más de vida (21 de octubre de 2016)
Por Tito Mejía Sarmiento





_

¿Qué dice la mujer más hermosa del mundo y que con mucho amor me trajo a la vida?

_ ¿Y usted quién es?

_ ¡Soy tu hijo, Tito César Mejía Sarmiento!

_ ¡Pa´ joderte! ¡Tito es más bonito que tú!

…Pero mamá, ¿Yo soy Tito?... ¡Tu negro bonito, como tú siempre me has dicho!

Sonríe de momento, como tratando de apartar el Alzhéimer que desde hace 10 años, la tiene acorralada y suelta una pregunta: ¿Por qué tanta gente hoy, aquí en la casa?

_ ¡Estás cumpliendo años, mi amor! Y por eso, todos tus hijos, tus hijas, tus vecinos (as) estamos aquí para felicitarte.

_ ¡Eso es mentira! ¿Y por qué no está el sinvergüenza de tu papá? (Basta aclarar, que mi papá César Eurípides Mejía Pizarro, murió el 11 de abril de 2011)

_ ¡A lo mejor viene ahorita, mama!

_Estoy segura que no viene por estar enamorando a otras en el paseo Bolívar. Siempre lo ven por allá. ¿Niño, por qué no vas y le dices que venga? Dile que si no se ve tan viejo para estar todavía enamorando, muchachitas.

…En esos instantes, entra en la sala mi hermano Cipriano, el mayor y le dice: ¡Felicitaciones, Eloina!

_ ¡Otro que viene a joder con que cumplo años, hoy!

Mamá se levanta del sofá como tratando de buscar en la cocina a Vilma, mi hermana menor, la persona con quien más se identifica en sus ratos de lucidez. (Obvias razones, Vilma desde hace varios años, es la que más cuida de ella en el pueblo, mientras Cipriano, Bertha y yo que residimos en la capital, solo acostumbramos verla por cuestiones de trabajo, sábado, domingos y festivos, pero eso sí, estamos pendiente de ella a través de Vilma y por supuesto de Arnaldo, el hijo consentido de mi mamá, que también vive en Santo Tomás).


De pronto, suena en la voz de Javier Solis, la primera estrofa de una ranchera:

“Estas son las mañanitas que cantaba el rey David,
hoy por ser día de tu santo, te las cantamos aquí.
Despierta mi bien despierta,
mira que ya amaneció…
Ya los pajaritos cantan
la luna ya se metió…”

En el mar de los ojos de mi madre, se balancean grandes olas de tristeza, al terminar la melodía, y quizás como recobrando el don de la ubicuidad temporal por un instante, se mira en el espejo gigante que cuelga en la pared de la sala y sonríe al verse reflejada tan bella en otro rostro. Es decir, mamá parece ser la que huye, pero también la que se queda.

_ ¿Y cuántos años cumples hoy, entonces, mamá?_

_Todos los que usted quiera, señor_

Batiéndose como toda una leona para sacudir las palabras del deseo estancadas en su mente, y llevando en su memoria la huella de un ser querido que conoce y que lucha por momentos hallar su verdadero nombre, lanza una detonante pregunta que a todos nos parte el alma:

_ ¿Si ustedes dicen que yo estoy cumpliendo años hoy, por qué no veo a mi hijo Nelson, acá?_

Finalmente tragándome todo el aire ante semejante pregunta, opté por señalarle con mi dedo índice derecho, un retrato donde aparece mi hermano Nelson habitado de ilusiones. Mientras tanto, afuera la noche se hacía inmensa.

(A mi hermano Nelson Ricardo Mejía Sarmiento, lo asesinaron vilmente por la espalda cuando fungía como alcalde de Santo Tomás, el 29 de abril de 2004, frente a las instalaciones del D.A.S., en Barranquilla, siendo presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez).





¡Basta ya de tanta guerra!¡Votemos por el sí, este domingo 2 de octubre de 2016!
                                                                                  Con quién sueñas, abuelo Francisco
                                                                                                                    ahora que llevas
                                                                                                             tantos días de siesta.
                                                                                                                                  G.A.G.

Por Tito Mejía Sarmiento
Nos acostumbramos a buscar la muerte en los ojos de todos, solíamos pasar más tiempo en los cementerios que en nuestras propias casa, es decir, teníamos el sello de la parca en la solapa, nos volvimos paranoicos desde todo punto de vista, de ver tantos ríos de sangre que se desbordaron en las noches de vigilia sobre la palabra abandonada por el miedo. Y para decir verdad, todavía es la hora, que muchas personas no conocen el paradero de sus familiares por tanta guerra en derredor de toda la geografía nacional, pero llegó la hora de decir: ¡Basta ya de tanta guerra! ¡Votemos por el sí, este domingo 2 de octubre de 2016!
Personalmente, padecí los estragos de la violencia cuando el 29 de abril de 2004, a escasos metros del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad), en  Barranquilla, asesinaron cobardemente por la espalda a mi hermano, el médico Nelson Mejía Sarmiento (un hombre como dijera el día de su sepelio, el escritor Ramón Molinares,  de puertas abiertas, por donde, sin pedir permiso entraba todo el quería a cualquier hora del día o de la noche), cuando fungía como alcalde de Santo Tomás, siendo presidente de nuestro país Álvaro Uribe Vélez, pero al igual que la mayoría de los colombianos, quisiera con todas las ansias de mi alma, vivir y envejecer por largo tiempo de la forma más pacífica posible, ser un poeta sin miedo, un poeta que pueda contar las estrellas completas de un cielo apacible todas las noches, mientras una leve brisa se mueva también bajo la luna y los pájaros cierren alegres sus alas para descansar en  sus nidos.   
Así como nuestros abuelos compartieron hace muchísimos años, el agua fresca de las tinajas, respetuosamente les digo a mis conciudadanos, que compartamos  también en una especie de Santo Grial, este domingo 2 de octubre de 2016, cuando el haya salido victorioso en el plebiscito, para asimismo acabar con tantos años de guerra fratricida en nuestra amada Colombia.
¡Entonces, bienvenida la paz que tanto hemos anhelado y que se calle la  multípara rechifla de las balas asesinas!


domingo, 4 de septiembre de 2016


¡Virginia De la Hoz, una metáfora de vida!

Por Tito Mejía Sarmiento

¡No  quiero llanto ante la infinita partida de una sencilla y humilde mujer de 94 años! Antes por el contrario, deberíamos darle gracias a la vida por haberla tenido por mucho tiempo con nosotros, por hacernos  felices con su bondad a toda prueba, con su sonrisa que clamaba el goce constante de los días. Para “Viñe”, mi suegra, no había tristeza en el vasto océano de los momentos adversos, entonces para qué llorar. ¡Nada de eso!
Primero pensaba y después actuaba con la paciencia jobiana para acertar en todo el centro de la diana.

Fui testigo en múltiples ocasiones de sus apuntes optimistas, su conciencia de mesura, su vocación proverbial, su entrega de amor total para propios y extraños,  su capacidad de observación cotidiana para hablar de emocionantes anécdotas de su pasado reciente y por supuesto del presente, por la  sencilla razón de que  su experiencia personal, su lucidez mental impecable, su envidiable audición, su visión cristalina  le permitían un  entorno tangible de la realidad acumulada de los días que vivió.

¡Por eso, no lloremos hoy! El mensaje es claro: la tristeza, como las tormentas, acaba por disiparse. Únicamente hay que mantenerse firme y soportar los embates de la tempestad mientras esta dure, como dice el poeta José Alcaraz.
¡Recordemos a la viejita linda y risueña por lo que fue, no por lo que uno crea que va a ser, eso sí, todos los  días recordémosla porque el olvido también tiene memoria! ¡Recordémosla con afecto y recogimiento, sin llorar, para que no nos pase como aquel  niño al que se le escapó un globo y comenzó a pedir ayuda, entonces las personas en vez de recobrarle su globo, lo que hicieron fue burlarse de él por la forma  como ascendía más el globo en el horizonte. 

¡La vieja “Viñe” fue, es y será para todos nosotros, la luz del verso que todo lo aclara aunque pase el tiempo! “Viñe” aparecerá  cada vez  que nos miremos   en el espejo de la casa que una vez habitó.
Como supongo que cada uno de ustedes: hijos, hijas, nietos, bisnietos, tataranietos y demás familiares  tienen un bonito recuerdo de “Viñe”, yo me quedo mientras miro la tarde que pierdo, con su   muletilla preferida: ¡Gea!
“Viñe” encontró en todos nosotros su recompensa, por eso atesoró muchas ganancias.
¡Hasta siempre, amada “Viñe”!
Palabras pronunciadas en el sepelio.

Santo Tomás, 10 de agosto de 2016